Los hidrocarburos y minerales han sido las principales fuentes de ingresos para Bolivia por varias décadas, sin embargo, las regiones productoras no han tenido la capacidad de traducir estos momentos de bonanza en desarrollo económico sostenible.
Los economistas le llaman la maldición de los recursos o paradoja de la abundancia. Las zonas más ricas en hidrocarburos y minerales se desarrollan menos que los lugares en donde estos no abundan.
Es un fenómeno estudiado en diferentes lugares del mundo y en algunos departamentos de Bolivia se busca estrategias para luchar contra este mal, ya que cuando se comienza a explotar las riquezas -acompañado de un contexto internacional favorable en precios- llegan grandes inversiones, fuentes laborales y buenos ingresos. Pero cuando esto acaba, la pobreza vuelve a acechar y los ciudadanos deben migrar a otros lugares para encontrar mejores oportunidades.
Recientemente se anunció el hallazgo del yacimiento de plata Silver Sand en Potosí, considerado uno de los más grandes del mundo con 171 millones de onzas. Este departamento ha sido históricamente el más prolífico en recursos naturales no renovables. Su nombre es sinónimo de abundancia y tras más de 400 años de explotar sus riquezas, aún sorprende con nuevos descubrimientos e importantes proyectos venideros como el caso del litio.
Sin embargo, pese a haber brindado cuantiosas riquezas esto no ha significado desarrollo para su gente.
Datos al 2021 del Instituto Nacional de Estadística (INE) muestran que Potosí es el departamento con más pobreza de Bolivia con un 57,8% de sus ciudadanos en esta situación. Además, un 29,8% vive en pobreza extrema.
Conscientes de esta situación, diferentes instituciones y representantes políticos de esta región apuntan a realizar ajustes a la Ley 535 de Minería, para recibir más regalías por la explotación de minerales estratégicos como la plata y el litio, con la finalidad de que generen más beneficios para Potosí.
“Lo que no beneficia es que sea en las mismas condiciones, 3% de las regalías que son miserables, que en el fondo solo nos pagan el 1,7%. Si las condiciones van a ser buenas, es decir, cuidando el medioambiente, con tecnología limpia, que generan la posibilidad de mayor recurso económico para el departamento sería beneficioso”, señaló Roxana Graz, presidenta del Comité Cívico Potosinista (Comcipo) tras el hallazgo de la mina Silver Sand.
Entre las distintas propuestas de la institucionalidad potosina está elevar las regalías del 3 al 11 por ciento para la minería tradicional y una alícuota entre el 11 y 20 por ciento para el caso del litio, en función de los precios internacionales.
Pero ¿recibir más recursos implica generar más progreso? ¿Están actualmente las regiones invirtiendo provechosamente sus regalías para propiciar un desarrollo a largo plazo y potenciar otros sectores de la economía?
CASO TARIJA
Si se trata de departamentos que han recibido gran cantidad de regalías, Tarija es uno de los que más se benefició en este Siglo XXI gracias al gas natural. La alta producción de sus megacampos San Alberto y Sábalo y los buenos precios internacionales, permitió cuantiosos ingresos por las ventas de este recurso a Brasil y Argentina.
Datos de la Fundación Jubileo muestran que en el periodo 2005 – 2014, Tarija recibió un total de $us 3.800 millones por la explotación de los hidrocarburos. Aunque desde el 2015, si bien se recibieron importantes recursos, empezó a registrarse un descenso debido a una paulatina declinación de la producción de los megacampos, además de una caída en los precios internacionales del petróleo que inciden en el precio final del gas boliviano.
Pese a que Tarija sigue siendo el mayor productor de hidrocarburos del país, sus ingresos se redujeron drásticamente. La Gobernación de este departamento pasó de recibir $us 528 millones de regalías en el 2014 a tan solo $us 129,6 millones en el 2021 y el panorama para el corto plazo no es alentador.
¿En qué se invirtieron los recursos recibidos? Fernando Romero, presidente del Colegio de Economistas de Tarija, reconoce que no hubo una adecuada planificación de las autoridades tarijeñas para aprovechar el momento de bonanza económica que se vivió y traducirlo en desarrollo y diversificación económica.
“Es como que de repente uno se saca la lotería y no sabe qué hacer con tanto dinero”, dijo al momento de explicar que con los $us 5.000 millones que recibió Tarija por las exportaciones de gas las autoridades locales construyeron obras como hipódromos, canchas, coliseos y otros proyectos de bajo impacto que no generan empleos duraderos.
“En términos de administración y gestión pública creo que se han aplazado las autoridades, nacionales en cierta manera, pero también las departamentales siendo autocríticos, porque no hemos manejado correctamente nuestros recursos, no hemos sabido sembrar en ese momento para ahora cosechar desarrollo”, manifestó.
Romero también detalló que del 2014 al 2021, el 97% de las exportaciones de Tarija han sido gas natural, lo que muestra que no hubo un trabajo adecuado para planificar el crecimiento de otras industrias.
DESARROLLO HUMANO E INVESTIGACIÓN
Para el economista Jorge Akamine el gran problema es que no existen políticas a largo plazo. Considera que cuando hay bonanza de ingresos por la explotación de hidrocarburos y minería, no se aprovecha para redireccionar estos recursos al desarrollo humano e investigación, que permitan potenciar otras áreas de la economía de cada departamento.
“No es solo recursos, necesitas capital humano, a los expertos que sí manejan los temas de desarrollo, eso fue lo que faltó (en Tarija y Potosí), la plata en manos de los políticos nunca va a alcanzar”, dijo el también presidente del Colegio de Economistas de Bolivia.
Akamine puso de ejemplo a Santa Cruz que en 1945 con la creación del Comité de Obras Públicas, además de otras iniciativas regionales, tanto públicas como privadas, se trabajó en modernizar a este departamento con resultados positivos que se pueden ver hoy.
“Cada departamento tiene una potencialidad que no está explotada, las gobernaciones no deben pensar solo en asfalto, sino también en el desarrollo humano, investigación y apoyo a la producción”, concluyó el economista.